domingo, 26 de febrero de 2012

Dale tiempo al olvido.

¿Sabes lo que de verdad pasa? Que pensaba demasiado en mí, estaba en una de esas épocas en que yo , era el centro de mi mundo. Sin darme cuenta que mil y un almas giraban a mi alrededor. No me percaté de ninguna de ellas.  Fui creando a base de falsas sonrisas mi jaula de cristal donde ni la esperanza podía escapar. Así hasta que convertí el cristal en hierro y me fue imposible salir. Vivía en un cuento con castillos por construir y mil ranas por besar. Ese fue mi problema, que fui  paseándome por la vida con mi pelo largo y mi mirada al frente. Follándome mis sueños y arrancando las indecisiones. Ese fue mi  gran y único error. Al principio de mi vida , no me preocupé del sabor amargo de la derrota, ni me percaté que se burlaba de mí la frustración.  Mirabas a los desdichados , los fracasados y los derrotas con compasión, sin darme cuenta que mi corazón palpitaba en cada uno de ellos.  Miraba el amor y la felicidad con algo necesario para caminar hacía delante, sin comprender sin palabras que eran vicios. Tan sólo me preocupaba por extinguir los calores de mi razón y mis muslos.  ¿ No sé si me entiendes? Vivía en mi perpetuo verano donde no existían los enfados.  Hasta que la mi pelo se quedó corto y no hubo frente al que mirar. Me percaté de que ya no tenía futuro, sólo un par de manos y muchas sensaciones vacías vividas.  Sí, había vivido en este mundo como si fuera mío, pisoteando cada cosa que me quitará un ápice de mi pueril sonrisa. Pero , ya todo eso no era nada, más que las cenizas de un fuego que hace tiempo se apago. Así,  aprendí a tragarme cada mala mirada, aprendí a alagar los sueños. Memorice ciento y un palabras para explicar los lloro, y entendí que aunque el gris no es mi color ,es el que más me pega.  Aprendí que yo no era la única alma que andaba sin destino. En el fondo, Aprendí a hacer un trato conmigo misma; entender  lo bueno del camino para poder asumir lo malo.

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